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¿A partir de qué edad pueden elegir los niños con quién vivir?

La guarda y custodia de adolescentes da para escribir páginas y páginas. Hasta los 12 años el régimen de visitas y estancias con el padre o madre no custodio (aquel con el que no conviven de forma habitual), se suele cumplir sin reparos.

Pero a partir de los 12 años, y principalmente de los 14 años en adelante, cuando los hijos menores están en plena adolescencia, estas visitas semanales y entre semana suelen realizarse de forma más abierta, y sujetas a la propia demanda de los hijos.

Son jóvenes que ya empiezan a tener su círculo de amistades y que valoran mucho el formar parte de un grupo. Empiezan a negar a la familia y buscan en las relaciones con sus semejantes el encontrar su identidad personal.

Es la época de la rebeldía y la negativa a todas las normas de sus padres. Y por supuesto en hijos de padres divorciados es una etapa que tensa las relaciones entre padres e hijos.

Es una etapa de nuestra vida como padres en el que más debemos demostrar nuestra implicación y presencia, porque es un momento tan sumamente delicado que puede suponer el perder el contacto con nuestros hijos.

¿A partir de qué edad pueden los hijos decidir con quién vivir?

Existe la creencia popular de que a partir de los 14 años los hijos deciden con quien quieren estarSe piensa que por el solo hecho de manifestar su deseo delante de un juez en el caso de iniciar un proceso de modificación de medidas, o en el caso de que te estés divorciando con hijos menores, en esa edad, automáticamente se les va a conceder lo que ellos manifiesten.

Partamos de la base de lo que legalmente dice el artículo 770, apartado 4º, de la Ley de Enjuiciamiento Civil

Si el procedimiento fuere contencioso y se estime necesario de oficio o a petición del fiscal, partes o miembros del equipo técnico judicial o del propio menor, se oirá a los hijos menores o incapacitados si tuviesen suficiente juicio y, en todo caso, a los mayores de doce años. En las exploraciones de menores en los procedimientos civiles se garantizará por el Juez que el menor pueda ser oído en condiciones idóneas para la salvaguarda de sus intereses, sin interferencias de otras personas y, recabando excepcionalmente el auxilio de especialistas cuando ello sea necesario.

No podemos negar que a partir de los 14 años en los juzgados de familia se da una gran importancia a la voluntad de los menores, pero ello no significa que se deje a capricho de la voluntad de los menores el decidir con quien se van a vivir o con quien deben estar.

El principio favor filii de los procedimientos de familia no tiene como finalidad el otorgar la voluntad de los menores sino mirar que las decisiones que el juez de familia deba de adoptar sean las más beneficiosas para los hijos menores.

Tipos de padres

En muchas ocasiones se abren guerras judiciales entre padres por la disparidad de normas educativas.

A lo largo de los años, en muchas ocasiones, nos encontramos con 2 tipos de padres:

  1. El FLEXIBLE o suave en la imposición de normas educativas en casa.
  2. EL RÍGIDO o exigente con las normas.

1.- EL FLEXIBLE, no mantiene una normas claras o uniformes.

Las normas en casa van en función de sus propias necesidades diarias con lo que es complicado para el menor saber con exactitud qué comportamientos son los que debe mantener.

Ante el incumplimiento de las normas se exigen consecuencias desproporcionadas que no se mantienen nunca. Es el típico padre o madre que con el enfado castiga sin salir o sin jugar a la consola durante meses y que a la media hora cuando se ha calmado levanta el castigo.

Confunde al menor, que aprende que todo acto que realiza carece de consecuencias reales porque no hay una firmeza en las consecuencias de sus actos.

2.- EL RÍGIDO, es aquel padre o madre que dispone de unas pocas normas básicas de obligado cumplimiento y que si son incumplidas impone consecuencias que hace cumplir.

Este tipo de padres suelen chocar más con sus hijos adolescentes, sobre todo cuando el otro padre o madre es de perfil FLEXIBLE, porque el menor se acostumbra a controlar o dominar el escenario en compañía de estos padres de perfil FLEXIBLE. Se acostumbra a hacer lo que realmente le interesa y a evitar las consecuencias con lo que choca de frente con el padre o madre que si mantiene las normas con firmeza.

Todos hemos sido adolescentes y sabemos que en esa época la palabra que más sale por nuestra boca es “NO”.

Cuando dos padres de estos perfiles se divorcian, separan o rompen su relación de pareja en la mayoría de los casos, el flexible todavía flexibiliza más sus normas porque piensa que sus hijos sufren o han sufrido con el proceso de divorcio.

Y en consecuencia el RIGIDO, incrementa la firmeza de sus normas, es más exigente con los estudios, con las horas de juego, con las normas de higiene personal. En la mayoría de las ocasiones se descompensan. El FLEXIBLE se centra más en dar cariño y amor y el RIGIDO en imponer las normas básicas de respeto y educación en la casa.

Cuanto más se flexibilizan las normas en la casa del padre o madre FLEXIBLE, más se endurecen para compensar el desequilibrio las normas en casa del padre o madre RIGIDO.

Ello provoca que los hijos adolescentes produzcan un rechazo natural a convivir con el padre o madre EXIGENTE y que muestren preferencia por vivir en compañía del padre o madre FLEXIBLE.

Ni se es peor padre o madre ni se es peor persona. Simplemente cada uno de los padres trata de educar de la mejor manera que conoce y que en la mayoría de las ocasiones es de la manera en la que se ha criado el o ella de niño/a. Y por supuesto, siempre hay padres que se mueven entre estos dos tipos de comportamientos.

Si te paras unos minutos y piensas cómo ha sido el modelo de educación con el que te has criado podrás advertir que, ahora, como padre, estás reproduciendo exactamente el modelo que recibiste. Podrás tener algunas variaciones producto del rechazo que personalmente te hayan causado a ti determinadas pautas durante tu infancia, pero en esencia todos sin excepción nos sorprendemos en el papel de padres reproduciendo gestos y expresiones que cuando éramos adolescentes odiábamos de nuestros padres.

Tenemos que recordar que nuestros primeros maestros de vida son nuestros padres y que estamos programados por los modelos que hemos recibido de nuestros padres y estos a su vez de los suyos. Y así por generaciones.

¿Si fueras niño qué te gustaría hacer?

Los niños pasan de obligaciones, responsabilidades y problemas por suerte su mente todavía no está contaminada y su único fin es buscar su felicidad diaria.

Se levantan cada día pletóricos de energía, alegres y con ganas de dedicar su día a aquello que más les apasiona en la vida por encima de todo y de todos.

Hacen cada día aquello que más le acerca a su felicidad.

Somos los adultos los que nos empeñamos en apagar esa llama de alegría, imaginación, ilusión y volverlos seres grises, tristes, sin ilusión. Nos empeñamos en que sean uno más de la manada de zombis tristes que habita el planeta.

Sin darnos cuenta les modelamos para el fracaso al igual que durante generaciones han hecho los predecesores con sus hijos. Les transmitimos de forma inconsciente todos los mensajes de limitación y escasez que fueron implantados en nuestra mente por nuestros antecesores.

Todos hemos venido a este mundo a disfrutar, ser felices y vivir con plena abundancia, el problema es que desde que nacemos recibimos cientos y cientos de mensajes limitantes que terminan por apagar la luz natural que todos poseemos desde niños. 

No me he vuelto loco. Con todo esto que he dicho no pretendo defender que los niños no deben tener pautas o normas. Debemos educarles pero sin apagar esa ilusión natural que les va a permitir alcanzar y perseguir sus sueños con pasión.

¿Quién garantiza que vamos a ser más felices por obedecer los parámetros sociales?

Como ya sabéis los que leéis de forma habitual nuestro blog, yo soy padre de dos hijos, uno de ellos diagnosticado de Asperger en grado leve. Su mayor interés son los videojuegos.

Si de él dependiera estaría horas y horas jugando. Debido a la absurda guerra que viví tras el divorcio, durante años he vivido un enfrentamiento directo con la madre. Ahora durante su adolescencia el mayor conflicto con su madre es precisamente por el hecho de que dedica muchas horas a los videojuegos.

¿A Mozart también le regañarían sus padres porque dedicaba muchas horas a tocar el piano?

Tras mi proceso de crecimiento personal me he hecho en muchas ocasiones la siguiente pregunta.

¿De verdad ayudo a mi hijo por pretender limitarle a lo que la sociedad considera normal como horas de juego?

¿Cómo puedo saber que los videojuegos no es su misión de vida y que al limitarlo le estoy apagando su verdadera pasión?

No nos confundamos, como padres debemos poner normas y limites. Y evidentemente un adolescente no puede pretender estar 10-12 horas al día jugando solo a video juegos.

Pero tampoco puedo pretender si es su foco que se ajuste a las 2 horas diarias que recomiendan los expertos.

Si grandes personajes de la historia como Steve Jobs, Michael Jordan, Einstein, Arnold Schwarzenegger, Silvester Stallone, Henry Ford, Edison…etc. se hubieran limitado a obedecer las normas sociales, probablemente no disfrutaríamos ahora de avances que ellos consiguieron en sus respectivos campos de actuación. Todos ellos vivieron desoyendo lo que socialmente era correcto y vivieron obsesionados con su propósito y pasión.

¿A qué edad puede decidir un niño con quién quedarse?

Tendrá derecho a ser oído y a expresar su deseo como hemos reseñado en todo caso a partir de los 12 años. Pero como ya hemos indicado, DECIDIR creo que es un término que deberíamos de matizar.

Reconozco que me encuentro a diario juzgados en los que parece que la decisión del menor adolescente es primordial, por eso, no debemos olvidar que no deja de ser un niño en evolución a adulto y que somos los adultos los que debemos poner las bases de lo que mejor le conviene.

En esta etapa de la vida es cuando más debemos coordinarnos con el padre o madre. Porque es cuando más unidad deben de observar entre sus padres.

Es un momento de suma rebeldía para ellos y deben ver que las pautas respecto a sus normas son similares en ambas casas con independencia del divorcio o ruptura de la pareja. Se trata de anular los efectos del llamado “juego de los hijos de padres de divorciados”.

Los niños en su afán de buscar su felicidad van a probar lo que sea necesario para evitar las normas de los adultos y si ven una brecha en la cooperación parental la van a aprovechar porque es su naturaleza.

Por eso, lo mejor es pactar entre adultos las pautas básicas y mantener los mismos criterios respecto a horas de juego entre semana, horas de juego en fin de semana, responsabilidades básicas a desempeñar en la casa y así que el menor vea que las normas son similares con independencia de la casa en la que se encuentre.

¿Puede un niño de 16 años decidir con quién vivir?

Como venimos indicando a lo largo de este post, puede manifestar su deseo o preferencia. Pero no debería poder decidir.

Jueces, Fiscales y abogados de familia, deberíamos de tener muy claro que 16 años sigue siendo una edad muy inmadura para saber con claridad con quien vivir.

Evidentemente esto va a depender mucho de las circunstancias personales e individuales de cada caso y el grado de madurez personal del menor.

Lo que si tengo claro es que una evaluación superficial realizada por el gabinete psicosocial en una mañana no es un criterio de tiempo suficiente como para evaluar el grado de madurez o la fundamentación que ese concreto menor tenga para cambiar por su voluntad de casa en la que vivir.

En muchas ocasiones a estas edades ni tan siquiera pasan por el gabinete puesto que se sustituye por la exploración directa realizada a presencia judicial.

Si quieres saber más sobre la exploración judicial te dejamos enlace a nuestro post El juego de las custodias ante el capricho adolescente.

He llegado a ver jueces que en su endiosamiento personal consideran hasta innecesaria la presencia de psicólogos o trabajadores sociales que les asesoren en la exploración, por considerarse aptos y con plenitud de conocimientos para realizar de forma personal esa valoración.

Sinceramente, lo que vemos día a día en las exploraciones de los menores por el gabinete psicosocial jamás me ha parecido una herramienta adecuadamente utilizada. No concibo que en tan poco intervalo de tiempo se dediquen a la evaluación de padres, madres e hijos como para poder decidir con datos precisos sobre el lugar en el que un menor deba residir y el padre o madre que debe convivir con ellos.

Lo realmente adecuado sería realizar un trabajo de seguimiento durante varios meses que pudiera permitir analizar datos de comportamiento en todos sus hábitats, con la entrevista de tutores y psicopedagogos de los centros educativos, que permitieran obtener datos precisos de los modelos educativos reales, no los que trasladan padres y menores en las entrevistas habituales ante estos organismos. Que este seguimiento permita observar en las diferentes casas los modelos de comportamiento y la forma de resolver el día a día entre padre/madre e hijo.

Visitas sorpresa y seguimiento no avisado para conocer la forma en la que padres e hijos se comportan en actos cotidianos del día a día. A la recogida del centro escolar o en la propia casa.

¿Un niño de 14 años puede decidir con quién vivir?

La respuesta es idéntica al apartado anterior. Si con 16 años lo normal es no tener el grado de experiencia vital adecuado como para tomar esa decisión tan trascendental para su adecuado desarrollo, con 14 años, sólo por naturaleza, el grado de madurez es inferior, por lo que no debería poder decidir por su mera voluntad.

Lo ideal sería poder disponer de datos adecuados. La asistencia de padre, madre y menor a una terapia familiar con un psicólogo, que permitiera su trabajo continuado al menos durante un mínimo de 6 meses, desvelar datos de conducta, comportamiento y respuesta ante los distintos escenarios del día a día con el menor.

Desde mi modesta opinión, insisto, dudo que el gabinete psicosocial con una somera entrevista realizada en unas pocas horas tenga el poder de decisión sobre aspectos tan importantes como qué progenitor está más capacitado o con quien deben vivir los menores. Creo que es un poder excesivo que le hemos otorgado a estos gabinetes.

Debería ser obligatorio el permanecer durante un periodo mínimo de 6 meses en un seguimiento continuo mensual que permitiera disponer de más datos respecto a problemas del día a día y la forma de solucionarlos que se ha adoptado.

Con un seguimiento más prolongado saldrían a escena comportamientos y situaciones que van a permitir disponer de datos más precisos para poder decidir.

¿A qué edad puede decidir un niño no ver a su padre?

Si hay un momento duro como padres es experimentar en persona la negativa de tu hijo a querer verte o saludarte. Experimentar el rechazo de un hijo es un dolor desgarrador que te parte por dos el alma.

Ningún padre o madre debería de experimentarlo jamás.

Por eso, cuando nos preguntan sobre esta cuestión tratamos de conocer cuáles son los motivos que han llevado a ese resultado. ¿Qué ha pasado en esta relación para que el hijo reniegue de la compañía del padre o madre?

Normalmente se empieza no queriendo ir un fin de semana y al final ante la existencia de roces o la negativa a asumir las normas en casa de uno de los padres, se termina por negarse a verlo.

Es crucial el papel de ambos padres tratando de fomentar esta relación. Es imprescindible el apoyo a la autoridad y el evitar desacreditar la figura del otro padre o madre delante de los hijos. Las posibles discrepancias o disparidades en los modelos educativos deberían ser habladas con calma entre adultos, pero jamás quitando o restando autoridad a la otra parte.

A nosotros siempre nos gusta que el padre, madre o el propio adolescente, se hagan las siguientes 2 preguntas:

  1. 1.- ¿Qué responsabilidad tengo yo en esto que está ocurriendo?
  2. 2.- ¿Qué podría haber hecho yo diferente para no llegar a este resultado?

Por naturaleza y programación solemos buscar un chivo expiatorio de nuestras responsabilidades y tratamos de ver en el exterior lo que deberíamos buscar en nosotros mismos.

Y por supuesto es imprescindible que como padres entendamos que la relación padre/madre-hijo adolescente tiene una evolución.

No podemos pretender que el menor pase el fin de semana completo pegado a nosotros y asumiendo hacer de buen grado cosas que ahora por simple hecho de proponerlas nosotros le van a parecer horrorosas o con las que ya no muestran el más mínimo interés.

Probablemente ahora valore mucho más un rato comiendo, acudir a un concierto, espectáculo o actividad que le pueda llegar a atraer y que quiera compartir contigo, aunque de inicio sólo sea porque eres la fuente económica que se lo pueda financiar.

Hay que preguntarles, escucharlos y tratar de llegar a entendimientos en los que ambas partes puedan sentirse satisfechos.

O aprovechar una mañana de compras (para renovar el armario de cara al invierno y comer juntos), sentarse con ellos y que te enseñen a jugar a ese videojuego que tanto les gusta.

Se acabó el hacer planes de todo el día con ellos. Hay que dejarles su espacio personal. Lo que sí se puede hacer es pactar tiempos innegociables como la comida o la cena en familia.

Busca ese momento mágico con tu hijo que te permita disfrutar de él. Donde no tengas que corregirlo, simplemente compartir un espacio de disfrute conjunto. Puede ser un paseo, salir a correr juntos, salir en bicicleta o con patines, etc. Seguro que hay alguna actividad de su interés en la que te puedas acoplar y aprender de él.

Permítete el lujo de que te enseñe y de hacerle sentir importante. Y lo más relevante, permítete el lujo de disfrutar de tu hijo y de que él disfrute de ti. Permítete salir por un espacio de tiempo de tu papel de padre educador. Disfruta de tu hijo, porque además de normas, pautas y límites, necesita tu amor y tu cariño.

Siéntate a tomar un helado o un granizado o dales el pequeño capricho de salir a desayunar juntos y disfruta de verlos felices y sonreír por tomarse un chocolate caliente con churros.

Aprende a disfrutar de los pequeños momentos de la vida junto a tus hijos. El secreto de la vida es el equilibrio. Si te pasas el día malhumorado y regañando a tus hijos por todo no van a querer ni acercarse a tu lado. ¿Pero no te das cuenta de que en ese estado eres una fuente de energía negativa? Cambia tu vibración.

Si aprendes a disfrutar de los pequeños momentos y sonríes junto a tus hijos vas a poder corregir aquellas conductas que tu valoras como no adecuadas y explicarles con más calma tus porque, para que ellos puedan entenderlo y las puedan corregir.

El convenio regulador con hijos adolescentes

Sí. Siempre decimos que el convenio regulador o la sentencia de divorcio, o de guarda y custodia, es para tenerla guardada en un cajón. Sí sí. En un cajón.

Con hijos adolescentes ese consejo es IMPRESCINDIBLE. Hay que entender que ellos llevan su ritmo de vida. Para ellos ahora mismo es mucho más importante pertenecer a un grupo social de amigos que su propia familia. Sus hermanos y hermanas son los amigos que ellos voluntariamente eligen. Rechazan a sus padres, a sus hermanos y todo vínculo que les pueda identificar con una familia biológica.

Como todo en la vida, EVOLUCIONAR o MORIR. Tienes que buscar la manera de EVOLUCIONAR en la relación con tu hijo/a adolesdcente para seguir manteniendo un contacto directo con el o ella y a la vez no agobiarlo/a.

Las IMPOSICIONES de “porque sí” no suelen dar buen resultado con los adolescentes.

Al contrario, más que acercarlos los aparta.

Escúchales. No solemos escuchar a nuestros hijos. Pregúntales como lo harían ellos. Hazles partícipes. Permíteles opinión antes de las decisión. Y después conduce y argumenta la decisión.

No todo debe ser pactado y consensuado. Hay decisiones que no son negociables y que te corresponden por tu papel de padre o madre. Equilibrio. No debemos confundir que los adultos somos nosotros. Y si el niño quiere comer todos los días bollería y chocolate por mucho que él quiera no es una decisión que le corresponda. O acostarse todos los días a las 3 de la mañana y levantarse a las 12 del mediodía. Son decisiones que hay que reconducirle, pero por su bien y tratándoles siempre como personas adultas, que son en lo que se están convirtiendo.

Hay que dejar bien claro que se da voz y que se escucha su opinión. Pero debe de saber que la decisión final es del padre o madre porque es su rol o como siempre se ha dicho: “Cuando seas padre comerás huevos”.

Cambio de custodia en la adolescencia

Es un momento en la vida de tu hijo sumamente delicado y en el que está muy perdido. Los cambios de custodia continuos y por mero capricho no le van a ayudar, al contrario, le van a desestabilizar más.

Es por este motivo que no podemos otorgar el poder de decisión a los hijos.

Un supuesto que vivimos con mucha frecuencia es el del padre o madre que ante las manifestaciones o quejas del hijo adolescente da absoluta credibilidad a lo que éste cuenta pero no verifica o escucha la versión de los sucedido por el otro padre o madre.

Cada persona tiene una percepción específica de lo que vive. Y nuestros hijos por supuesto viven la suya propia. Por eso, es importante que como padres antes de tomar decisiones escuchemos la versión de todas las partes implicadas.

La misma historia contada desde las diversas percepciones te indica los puntos de desacuerdo y los motivos que a cada uno le provocan malestar personal.

Antes de presuponer un resultado es bueno escuchar con calma a las partes implicadas para saber donde puede estar la fuente de conflicto.

La versión del menor indicará qué es lo que le molesta de su padre o madre y que le provoca el rechazo a querer compartir su tiempo con él o ella. Y al escuchar al padre o madre podremos localizar qué aspectos de la conducta de su hijo/a hacen que pierda los nervios.

Antes de interponer un proceso de modificación de medidas o de denunciar hechos, hay que escuchar y conocer todos los datos, porque al escuchar se obtienen muchos datos que permiten complementar los hechos y saber el porqué de las reacciones de cada uno de los implicados.

A nosotros siempre nos gusta destacar que cada persona hace lo mejor que sabe en cada momento con los conocimientos que tiene. Y siempre partimos de esa base. A partir de ahí, hay que tratar de conocer el porqué de la actuación de cada parte.

¿Qué implica ceder la custodia de un hijo?

Hay muchos padres o madres que el hecho de que sus hijos prefieran convivir con el otro padre o madre lo asumen como un fracaso en su papel de padres.

Reconozco que es un trago duro de asumir pero, a veces, hay que aceptar y probar. Puede que tú personalmente pienses que eres un padre o madre excelente y que lo haces infinitamente mejor que el otro pero si la convivencia con tu hijo/a se hace insostenible y tensa es porque hay algo que realmente no termina de encajar entre vosotros.

Convivir no debería ser una mala experiencia para nadie. Es más, cada día deberían existir muchos más momentos de buenos ratos que de conflictos o tensiones. Si en tu convivencia día a día con tu hijo adolescente hay más tensión y conflicto que risas y buenos momentos es porque hay que pulir vuestra relación.

A nosotros nos gusta recordar que las relaciones son el mejor espejo en el que mirar nuestras carencias. Aquello que rechazamos de las personas con las que nos relacionamos, principalmente con las personas más allegadas, en realidad son las carencias que debemos pulir personalmente.

Las relaciones actúan como un espejo que nos reflejan viéndolo en los demás nuestros puntos de mejora.

¿Por qué crees si no que después de tu divorcio o ruptura has vuelto a repetir el mismo patrón con otra nueva pareja?

¿Por qué crees si no que tienes siempre el mismo problema con tus hijos?

Es porque todavía no has conseguido sacar el verdadero aprendizaje que te permite crecer como persona y evolucionar ante ese comportamiento.

La vida está llena de continuos desafíos, es un entrenamiento constante para mejorar nuestras habilidades internas. Venimos a esta vida para mejorar interiormente y ser cada día un poco mejor y para ello nos relacionamos con todas las personas de nuestro entorno.

Te recomendamos que visualices nuestro video “Las verdaderas causas del divorcio” en el que hablamos del apego y explicamos lo que te acabamos de comentar.

El día que empecé a crecer como persona aprendiendo nuevos conocimientos con el crecimiento personal empecé a ver todo lo que pasaba a mi alrededor desde otra perspectiva diferente.

He sido padre con custodia exclusiva cuando mis hijos eran muy pequeños, he vivido custodia compartida, pero también he experimentado en persona el dolor de que mis dos hijos adolescentes me dijeran “papá no queremos vivir contigo”.

Por eso, mi consejo de hoy es empieza a disfrutar de los pequeños momentos en compañía de tus hijos, porque empeñarse en querer tener la razón no sirve de nada. Siempre es mejor ser feliz y disfrutar de lo que tenemos en esta vida.

Se consigue mucho más dirigiendo el crecimiento del tronco del árbol con flexibilidad y amor, que a la fuerza ejerciendo resistencia.

El tronco en su crecimiento permite ser guiado ajustando con un pequeño hilo la dirección en la que deseamos su crecimiento. Si se pretende corregir a la fuerza ejerciendo fuerza y presión en dirección contraria a su crecimiento natural, una vez ya ha crecido lo único que podemos conseguir es romper las ramas o incluso partir el árbol por la mitad.

Con nuestros hijos debemos actuar exactamente igual. Es mejor guiarlos con amor desde pequeños, hablando desde la calma y la tranquilidad, que a base de imposición y fuerza. Por eso es esencial que crezcan con unas normas y límites claros y definidos para hacer de cuerda durante su crecimiento y guiarlos por el buen camino.

Espero que jamás tengas que aprender a ver lo que te trato de transmitir con el dolor de tener que experimentar en persona el perder de tu lado aquello que más quieres.

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Muchas Gracias

Javier González González

Padre, Divorciado y experto en el Área de Familia en Casasempere abogados.

Preguntas y respuestas

 ¿A partir de qué edad pueden los hijos decidir con quién vivir?

A partir de los 14 años se da una gran importancia a la voluntad de los menores en los juzgados de familia, pero ello no significa que se deje a su voluntad el decidir con quien deben vivir. Las diferencias educativas entre ambos padres provoca que en determinadas edades los adolescentes busquen convivir con aquel que más fácil les hace la vida, aunque en ocasiones no sea la mejor opción. Si te sientes identificado y quieres saber como actuar ante esta situación, lee el post.

 ¿A qué edad un niño puede decidir no ver a su padre?

No hay una edad concreta, va a depender de su maduración, lo que si debes tener presente es que a partir de los 12 años y sobre todo a partir de los 14 en función de su sexo los hijos empiezan a querer ser más independientes y a decidir por si mismo como desarrollar las visitas. Si quieres saber como enfrentarte a esta situación, te aconsejamos que leas el post.

 ¿Es bueno pedir el cambio de custodia si mi hijo me lo pide?

Los cambios de custodia continuos y por mero capricho propios de esta etapa de vida no le van a ayudar, al contrario, le van a desestabilizar más. Cada persona tiene una percepción especifica de lo que vive, antes de darle toda la credibilidad a tu hijo escuchemos la versión de todas las partes implicadas. Lee el post y amplia la información.

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